Dicen que “de bien nacido es ser agradecido”, y así debe ser. Mi más sincero agradecimiento a todos los lectores por la favorable acogida que ha tenido esta nueva sección de ALGENTE. Pero, entremos en materia.
Ahora todo está en crisis: en estos momentos que vivimos podemos tener una sensación de que algo se desintegra a nuestro alrededor y la tierra cede bajo nuestros pies, perdiendo parte de nuestra seguridad. Pero en mi opinión, lo que realmente se derrumba no son tanto las situaciones referidas a las cuestiones sociales y materiales (que también), sino, y esto es lo más importante, el estado y equilibro de nuestra mente.
En cierta medida, no podemos estar continuamente quejándonos, y no podemos estar haciendo responsables a los demás de aquello que nos ocurre. Debemos asumir nuestra responsabilidad y tomar el control de nuestra realidad, de nuestra vida, y pasar a la acción.
Es cierto que la práctica continuada del Yoga nos va haciendo más conscientes, y que esa mayor consciencia incrementa nuestra sensibilidad ante nuestras experiencias. Sentimos más dolor emocional, no solo por aquello que nos acontece, sino también por lo que ocurre en nuestra sociedad.
Pero no es menos importante que tanto el Yoga como la Meditación nos ofrecen “instrumentos” poderosos para enfrentarnos a las circunstancias la vida con más garantía de éxito. Asanas, pranayamas, mudras, mantras,… son algunas de esas herramientas, pero sería bueno que, aquellos que practicáis estas disciplinas, dierais una paso más aplicándolas, no solo en nuestra clase de Yoga, sino en nuestra vida fuera de ella.
Casi todos nos acercamos inicialmente al Yoga por cuestiones físicas, patológicas, lúdicas,… pero puede surgir, casi sin darnos cuenta, esa necesidad de una mayor profundidad, de querer sacarle un provecho más intenso. Nos empezamos a creer, por propia experiencia, esa unión del cuerpo, mente y emociones, porque lo sentimos así en algunos momentos de nuestra práctica de Yoga, y percibimos un mayor equilibrio en todos los aspectos de la vida.
Y es, en ese momento, cuando sentimos que ha prendido en nuestro interior la llama del Yoga.
No es discutible que esa llama del Yoga también se está extendiendo en la sociedad occidental, integrándose en la misma. Cada vez es más habitual encontrarnos con personas que practican esta actividad, poco a poco los tabúes sobre esta práctica van cayendo y podemos disfrutar y aprovechar sus múltiples beneficios para la salud integral de la persona.
Cada uno de nosotros formamos parte de la sociedad en la que vivimos y por tanto influimos en su devenir. No cabe duda que esta nueva corriente impregna la sociedad (positivamente, yo creo) y que además contribuirá, de manera sustancial, a superar favorablemente la crisis que actualmente vivimos. Es posible que algunos de vosotros, yoguis de hoy, estéis en esa fase en la que sintáis que el Yoga os está ayudando a mejorar vuestra salud, ser más felices y a disfrutar más de la vida. Otros, aunque os gustaría probarlo, practicarlo, no acabáis de decidiros; y también los habrá escépticos que no acaban de ver todo esto del Yoga. A los primeros os diría que continuéis en ese camino, a los segundos que lo emprendáis, a los terceros que observéis y a todos: que continuéis leyendo estas reflexiones que voy trasladando al papel en ALGENTE.
Una vez más, os invito a probar y disfrutar gratuitamente de una clase de Yoga Naradeva: si deseáis asistir podéis poneros en contacto conmigo.
Sed felices, y hasta el siguiente número.
Daksha López – Profesor de Yoga y Meditación Escuela de Yoga Naradeva
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